La escritura es un camino largo, solitario y difícil. No nos engañemos ni lo idealicemos de más. Al principio, sobre todo. Cuando no se tiene un sistema, cuando se duda del propio estilo, cuando no se ha encontrado aún una tribu de compañeros.

Pero esto de escribir, si lo sientes en tu interior, es lo mejor que puede pasarte en la vida, porque incluso puede salvártela.

Creo que tu manera de escribir es algo que evoluciona contigo, que crece contigo y que mejora a medida que tú, como ser humano, lo haces. Y tan mal servicio te harán en ese camino la impaciencia, la soberbia, la envidia, el egoísmo o el cinismo, como apropiarte de los usos y modos de otros, por mucho que los admires. Por mucho que quieras llegar a dónde han llegado ellos.

Cada cual debe descubrir y andar su camino y buscando el mío me crucé con Érika Gael.

Érika es una generosa y sabia sonrisa.

Una de esas personas que han visto la cara fea de este oficio (porque aunque no nos de para un sueldo mensual esto para nosotros no es un hobby señores, es un oficio) y son capaces de declarar su amor incondicional por él.

Alguien que te contagia las ganas de hacerlo lo mejor posible, que te brinda sus conocimientos, sus correcciones, sus ánimos, su fe en ti. Además de una gran escritora Érika es una inmensa mentora de escritores porque es igual de inmensa como persona. Y por si alguien no lo sabía quedó patente el pasado mes de noviembre cuando abrió en Facebook las puertas virtuales del 1er Campamento Virtual para Escritores SUEÑA, CREA, TECLEA.

En este campamento gratuito, que duró ocho días, ofreció cada mañana un podcast sobre productividad y otro sobre técnica literaria que iba acompañado de una hoja de trabajo. Con este material, al acabar la semana, tenías planificados los aspectos más importantes de tu novela (ideas y argumentos, personajes, escenarios, estructura, trama, corrección y estilo literario) y, además, habías implantado nuevos métodos que te hacían más productiva.

Pero no se quedó solo en eso.

Hizo cinco directos de una hora para dudas, nos animó cada día en el grupo alentándonos a fichar y a hablar de nuestros objetivos de la jornada, participó en nuestros hilos con sus comentarios y estuvo ahí para todas nosotras.

Al acabar el campamento tuve la suerte de poder seguir unos días más en un grupo de Whatsapp más reducido, en el que éramos 30 compañeras, también gratuito, siguiendo el trabajo de manera intensa.

En él hicimos ejercicios diarios que entregábamos a Érika directamente o que compartíamos en el grupo, y de los que obteníamos su feedback personalizado y el de las compañeras. Ejercicios peliagudos como escribir la sinopsis o la primera página, sobre los que debatíamos y aprendíamos unas de otras.

Este grupo estuvo activo hasta el 14 de noviembre e hicimos varios directos geniales en una plataforma en la que todas podíamos vernos las caras y hablar a través del micrófono. Fue en esos encuentros nocturnos donde tuve la suerte de conocer por fin a compañeras a las que ya seguía en redes, pero con las que no había hablado nunca, como Leonor Basallote o Tessa Cooper, y otras nuevas. Todas estas dinámicas, siempre supervisadas y conducidas por Érika, crearon una energía muy buena, heredera de la que se había creado en el grupo de Facebook, que nos puso las pilas y nos subió la adrenalina a mil.

Cuando el campamento acabó nos dejó con mil sentimientos a flor de piel y enfrascadas en nuestros proyectos, deseando avanzarlos al máximo, motivadas hasta la luna. Y aunque ahora, con el fin de año, estamos bajando un poco el ritmo, seguimos teniendo ahí a Érika, animándonos, recordándonos porqué nos metimos en este berenjenal. Y porqué merece siempre la pena.

Este campamento, este chute de energía y conexión, no fue más que una muestra de la magia que es capaz de obrar esta mujer en la vida de una escritora novel. De la entrega y el compromiso con el que trabaja. De la ayuda fantástica que es capaz de dar a quien da sus primeros pasos llenos de miedo y también a quien se ha atrevido ya a adentrarse y quiere adquirir conocimientos para moverse con más soltura en ese camino. Un ejemplo de lo que va a ser su programa de formación Escribe Conmigo : compañerismo, trabajo duro, acompañamiento personalizado y un empujón creativo en la carrera de cualquier escritor estratosférico. Y lo digo con conocimiento de causa porque cuando la encontré trabajé con ella en un curso de novela personalizado. Y ahora estoy escribiendo la novela que llevaba años sin atreverme a escribir. Y me siento orgullosa de cómo está evolucionando. Y además escribo feliz, domando los miedos y llena de ilusiones.

Érika quiere repetir la experiencia del campamento cada año y yo me apuntaré a vivirla con ella siempre. Y te aconsejo que no te la pierdas, porque vas a flipar con el contenido, la atención y del cariño que pone esta mujer en este curso gratuito y que es bastante más de lo que otros mentores y profesores ponen en cursos de pago bastante caros.

Pero si no puedes esperar, si tienes el mono de la escritura y las ganas de mejorar por fin y quitarte miedos, pues yo solo te puedo recomendar que trabajes con ella. En su curso grupal o en mentorías individuales, como tú prefieras.

Y por cierto, por si lo has pensado: Érika no me pidió que escribiera esta entrada, no necesita hacerlo para que las que hemos trabajado con ella la recomendemos, y yo no me llevo nada que no sea la profunda convicción de que, hablarte de ella y de su trabajo, puede serte muy útil en tu carrera como escritora.

Me gustan las personas de verdad, apasionadas y valientes. Personas que viven para aportar algo bueno y ayudar a los demás a ser un poco más felices. Y creo, sinceramente, que mi maestra/futura correctora (cuando acabe esta novela preciosa de la que estoy enamorada), forma parte de ese grupo. Y ese grupo siempre tendrá mi admiración fiel, mi cariño y mi respeto.

Y nada más. Decirte que ese empujón creativo que necesitas, el mismo que yo necesité, Érika lo da de maravilla. Y que al trabajar con ella solo tienes que perder el miedo a las alturas y prepararte para volar.

Créditos: Imagen de cabecera propiedad de Érika Gael, extraída de su página web comoserescritor.com